En momentos de crisis, como la que vivimos, es cuando se muestra lo mejor y lo peor de las personas, y cuando se ponen a prueba los pilares fundamentales sobre los que se sustenta nuestra sociedad. Ha sido tal el roto en el modelo y están siendo tan terribles sus consecuencias, que cuando todo esto acabe no podemos conformarnos con volver a la normalidad de antes, cayendo en la inercia de seguir como si aquí no hubiese pasado nada, porque esa normalidad se ha demostrado enferma, una necrología practicada desde las élites políticas, económicas, y financieras, y cuyo precio no estamos dispuestos a volver a pagar. Cuando todo esto acabe, será el momento para realizar los cambios necesarios que nos conduzcan a poner la vida y la dignidad humana en el centro de la política. Lo demás es secundario, como nos demuestra esta crisis sanitaria.
Los pilares del Estado de Bienestar
Esta crisis pone en valor el papel de los servicios públicos, indudablemente, pero también a las profesiones más precarizadas y maltratadas por las sucesivas crisis económicas, y que hemos descubierto como esenciales cuando más las hemos necesitado, cuando es nuestra vida y la de nuestros seres queridos la que está en juego; Limpiadoras, Barrenderos, Carteros, Repartidores, Cajeras de supermercado, Cuidadoras de ancianos, etc. Cuando todo esto acabe, que nadie se olvide de sus derechos.
En la Junta ocurre una cosa similar, esta crisis ha puesto de manifiesto la valía de profesiones externalizadas y privatizadas sistemáticamente desde hace décadas, al no considerarlas esenciales para la gestión pública. Sin embargo, a la hora de la verdad, cuando el virus ha entrado en las residencias de mayores, a quiénes han llamado de la bolsa para reforzar las plantillas han sido, en su inmensa mayoría, a PLSD, Auxiliares de Enfermería, Ordenanzas, Mantenimiento, Cocineros, Ayudantes de cocina etc. Y cuando se ha acabado la bolsa, se han podido movilizar cientos efectivos de esas categorías desde otras consejerías, que hemos conseguido salvar de las continuas privatizaciones tras años de lucha con uñas y dientes. Hay que reforzar porque con las actuales plantillas no dan abasto ni cubiertas al 100% (algo que no ocurría hace lustros), porque el trabajo se ha multiplicado al tener que desinfectar continuamente todo, y esto supone una mayor carga de trabajo para el personal. En la gran mayoría de las privadas, ni bolsa, ni movilización de efectivos, ni ná de ná. Tristemente, los efectos de la diferencia de modelos también se han dejado ver en la dramática cifra de personas fallecidas en estos centros respecto a los públicos.
Tenemos que estar muy orgullosos y orgullosas del personal laboral de la Junta, unas profesionales excepcionales, que pese a las carencias y dificultades que estamos viviendo, están trabajando con responsabilidad, sensatez, y máximo compromiso, para cuidar a nuestros mayores, y para que no se sientan solos en ningún momento, incluso cuando están aislados. La humanidad que se está viviendo en estos momentos en los centros asistenciales es admirable y conmovedora. Cuando todo esto acabe, a ver si se vuelven a atrever a externalizar estos servicios públicos esenciales.
Las “liquidadoras” de Chernobyl
La falta de protección y de seguridad del personal en los centros administrativos ha sido evidente y ha generado muchas críticas, pero lo que ha ocurrido en los centros de primera línea de contagio como hospitales, centros de salud o centros asistenciales, ha sido digno de una serie de HBO; un grupo de admirables compañeras/os, que se juegan la salud para cuidar de los más débiles, con la única protección de mascarillas caseras y batas de papel reforzadas con bolsas de basura, mientras el presidente presume públicamente de haber repartido un millón de mascarillas.
Hay una foto que podría ser el cartel de la primera temporada, se produjo en el office de la Núñez de Balboa de Albacete el día que fue el ejército a desinfectar la residencia. Fijaos bien en el equipo de protección que lleva el soldado y los que llevan nuestras compañeras. En un principio se pensó que podría ser por los productos de desinfección que utilizan, hasta que los soldados sacaron los mochos y los cubos, y los llenaron con agua y lejía. No se protegían del producto, se protegían del bicho, y bien que hacían. Cuando todo esto acabe, muchas autoridades sanitarias tendrán que dar muchas explicaciones.
La deslealtad de Función Pública
La deslealtad de la Consejería de Hacienda y Administraciones Públicas con los representantes de los trabajadores/as de la Junta es escandalosa. En todo el tiempo transcurrido desde la declaración del Estado de Alarma hasta la actualidad, sin estar suspendidos los derechos sindicales, la Dirección General de Función Pública no ha sido capaz de convocar una reunión con los sindicatos de la Junta, aunque fuera para unir fuerzas y remar juntos. Por no mandar, no han sido capaces de mandar un triste correo electrónico para informar de los numerosos decretos y resoluciones que se han ido publicando, aunque fuera para poder aclarar las innumerables dudas que se han generado. Cinco años pensando que teníamos un Consejero, y a la hora de la verdad nos sale avestruz. Cuando todo esto acabe, la prepotencia y la cobardía también serán recordadas.
El compromiso sindical
Ha habido cierto debate, tóxico e interesado, sobre si los liberados/as sindicales se han incorporado a sus centros de trabajo. En STAS el mismo domingo 15 de marzo hicimos una lista con las permanentes sindicales disponibles para reforzar puestos en servicios esenciales (PLSD, Cocinera, Ordenanzas, Brigadas carretera), al día siguiente se lo mandamos a las distintas Secretarías Generales, y a los pocos días se empezaron a incorporar a sus puestos. Entre tanto, hemos seguido activos, atendiendo las innumerables consultas que ha habido en mitad del caos desinformativo, asistiendo a las bolsas de trabajo, presentando escritos, exigiendo protección etc. Una labor esencial para garantizar derechos y evitar abusos de poder, y a la que no pensamos renunciar puesto que es un derecho fundamental de los trabajadores. Cuando todo esto acabe, la lucha continuará y lo haremos con la cabeza alta.
Nespagismo naufragado.
En un momento de crisis como este, es cuando mejor se distingue en los puestos de dirección, a las personas válidas de quienes ocupan el cargo sin mérito ni capacidad profesional. Para las primeras, solo tenemos palabras de agradecimiento, es admirable ver a gente tan competente resolviendo sin descanso infinitos problemas en una situación absolutamente desbordante, manteniendo la calma, el rigor, y la honestidad en el ejercicio del poder. A las segundas, simplemente les recomendamos que se vuelvan por donde han venido, y si quieren regresar a la administración que se pongan a estudiar oposiciones. Cuando todo esto acabe, recordaremos cual fue el primer artículo del NESPAGISMO ILUSTRADO, y el papelón de su protagonista en esta crisis.
De los quince días de vacaciones al estado de alarma.
Emiliano García Page no pudo tener peor comienzo en su gestión de la crisis, cuando flotando en otro universo, afirmó que los docentes querían “quince días de vacaciones”. Unas declaraciones en la que el presidente mostró su rostro más soberbio, y su evidente animadversión hacia el personal público, dejando para la posteridad una frase a la altura del “finiquito en diferido” de Cospedal, que le perseguirá toda su vida. Para intentar arreglarlo, no se le ocurrió otra cosa que darse una vuelta por las televisiones nacionales echando mierda al gobierno central, eludiendo responsabilidades y acumulando puntos entre su querida derechona, pero insultando la inteligencia de los profesionales y de la propia ciudadanía. El gobierno regional está ofreciendo un espectáculo lamentable en las ruedas de prensa e intervenciones públicas, mostrando un tono triunfalista, y mintiendo descaradamente, mientras la cruda realidad es que Castilla-La Mancha ocupa las peores posiciones en número de personas afectadas y fallecidas por el virus. Cuando todo esto acabe, exigiremos responsabilidades políticas al más alto nivel.
Resistir es vencer
Hasta que consigamos la victoria contra esta terrible pandemia, cada cual tenemos que cumplir con nuestra parte, sea con trabajo esencial en primera línea, o quedándose en casa cumpliendo las medidas de confinamiento. Si algo hemos aprendido con esta crisis sanitaria, es que los pilares del Bienestar no están en los despachitos si no en contacto directo con la ciudadanía, que debemos dar carpetazo al modelo de privatizaciones y externalizaciones, que nada bueno nos han traído, y que solo se pueden garantizar los derechos de la ciudadanía a través de la gestión directa de los servicios públicos. Cuando todo esto acabe, debemos fortalecer el precario Estado de Bienestar, porque es lo único que nos salva.
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