A ver quién le tose a Page ahora
Emiliano García Page estaba pletórico la madrugada del súper domingo electoral, se paseaba por el estrado hinchado de orgullo, exhibiendo su enorme poderío. Por momentos parecían la selección castellano-manchega de Sumo celebrando una victoria, en este caso electoral. Una mayoría absoluta forjada en una campaña realmente brillante, en la que los gurús del PSOE tuvieron claro que esto no lo iba a ganar el mejor candidato, si no el menos malo, y ahí Page es un maestro. El propio eslogan de su campaña es absolutamente genial; “Mejor con Page”. ¿Eso quiere decir que Page es el mejor? No necesariamente, lo que pretende el mensaje es mostrar que con Page se podrá estar bien/mal/regular, a gusto, pero siempre mejor que con el resto, que en este caso va de lo bisoño a lo grotesco. De esta manera, el PSOE solo tuvo que agitar el miedo a la vuelta del PP, el pánico a la llegada de VOX, y la decepción con Podemos, sin necesidad de confrontar con Cs por si tenía que echar mano en su momento, para llevarse el gato al agua. Todo ello aprovechando una ley electoral, la de Cospedal, que no ha cambiado en 4 años y que le ha beneficiado claramente, dejando a más de 150.000 castellano manchegos sin representación parlamentaria. Fontanería y marketing políticos, que da y quita gobiernos.
El sector público clave, una vez más.
El sector público ha vuelto a ser determinante en las elecciones regionales, confirmando la norma no escrita que dice que sin el apoyo de los empleados y empleadas públicas es imposible ganar, y que quién acude enfrentado con lo público sale escaldado de las urnas. Le ocurrió a Barreda en 2011, a Cospedal en 2015, y a Núñez y Molina en 2019.
Page es plenamente consciente de esa norma, y pese a cumplir a última hora y por los pelos con unos cuantos compromisos de la campaña anterior, intentando maquillar su política cicatera en materia de función pública, ha llegado a la campaña con diversos colectivos en pie de guerra (escuelas infantiles, agentes medioambientales, médicos atención primaria), y con su administración paralela muy cuestionada al usurpar funciones del personal funcionario (GEACAM, TRAGSA, ATD). Con tan poco que vender sobre sí mismo, Page recurrió a su eslogan y no paró de compararse con su fetiche preferido: María Dolores de Cospedal. La sombra de su gestión es tan alargada, que al PP le va a costar décadas hacerla olvidar en los centros de la Junta.
Pero si alguien se ha ganado el doctorado Cum Laude a lo que nunca se debe hacer en una campaña electoral, ese es José García Molina, que no contento con comportarse como un Vicefelpudo segundo, agarrándose al cargo como una lapa pese a las constantes humillaciones de Page, no se le ocurrió otra cosa que plantear el empadronamiento en Castilla-La Mancha como requisito de acceso al empleo público, una propuesta inconstitucional que asume el discurso xenófobo de la ultraderecha de “los de aquí primero”, y que generó el rechazo unánime de todos los sindicatos de la Función Pública.
¿Mayoría absoluta o absolutista?
La pregunta que más se repite ahora mismo en los centros de junta es si esta mayoría absoluta va a servir para avanzar en la reconstrucción de la región sin necesidad de muletas, como insistía Page en campaña, o si por el contrario va a suponer la vuelta a los peores tiempos de Bono, marcados por la prepotencia y el clientelismo. En esta línea, la primera medida que ha anunciado Page es reunirse con los «ausentes sociales», siempre dispuestos al aplauso y a la subvención, para llegar a un acuerdo de legislatura en el que impere la paz social.
Desde STAS-CLM asumimos el reto de defender los servicios públicos por encima de cualquier cambalache o interés partidista, gobierne quien gobierne, y ponemos desde el principio las cartas encima de la mesa; si el gobierno está dispuesto a emprender una verdadera negociación para la reconstrucción de la Función Pública en CLM, nos tendrá de su lado ofreciendo propuestas viables y eficaces que nos puedan llevar a la firma de acuerdos que consideramos imprescindibles, como hicimos esta legislatura con el Plan Concilia, el VIII Convenio Colectivo, etc. En caso contrario, nos tendrá enfrente, y por mucha mayoría absoluta que tengan les plantaremos cara en los centros de trabajo, en las mesas, en las calles y en los tribunales.
LO PÚBLICO NO SE VENDE, SE DEFIENDE
LA LUCHA CONTINÚA
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