UNA ROSA EN EL PÁRAMO
El páramo
La vida política en nuestra región es como un páramo, yermo, raso y desabrigado, donde apenas se cultivan las ideas, que son desplazadas por zafias disputas por el poder, revestidas con discursos grandilocuentes de mercachifles, cuyos contenidos están extraordinariamente empobrecidos. En líneas generales, y salvo honrosas excepciones, la clase política regional es la viva imagen de la anti política. En este momento de temor e incertidumbre, es cuando más necesitamos políticos valientes que dibujen con claridad una nueva sociedad centrada en la vida, la dignidad, y los cuidados de las personas, con una Rês pûblica fuerte que sirva de columna vertebral para el cumplimiento de nuestros derechos fundamentales.
El fango
En tiempos de pandemia, el páramo se ha convertido en fango. Un terreno donde no se puede cultivar nada y de donde nada bueno puede salir. Por un lado, tenemos a un presidente dando bandazos y a la deriva, mostrando su lado más soberbio y una lamentable falta de empatía, embriagado por su propia propaganda, y adorado por una corte en la que no faltan bufones que no paran de meter la pata. Por otro, una oposición sin visión de Estado, patriota de sus siglas, revanchista, sedienta de poder, pero sin alternativas que no pasen por la tijera, y que no duda en utilizar todas las armas a su alcance, por muy miserables que sean, con tal de intentar rascar cuatro votos. En medio, la clase trabajadora, la que se ha demostrado como más esencial, la que está resolviendo la papeleta en primera línea, la que empieza a sospechar que, cuando pasen los aplausos, le tocará volver a pagar la factura.
La rosa
En medio de este panorama, ciertamente desolador, ha llamado mucho la atención un artículo titulado “La voluntad de la tierra”, publicado en el blog personal de Francisco Martínez Arroyo, Consejero de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural del Gobierno de CLM. Un artículo novedoso y osado, pese a defender posiciones clásicas del socialismo, y que desde el primer párrafo deja claras las intenciones: “[..] espero que una de las lecciones que nos deje, si no la más importante, sea la necesidad de contar con un sector público fuerte, que garantice músculo suficiente para que los gobiernos sean capaces de llevar sus decisiones a la práctica, asegurar servicios sociales, sanitarios, educativos; de calidad, universales, iguales para todos. Y que, de esta forma, se ayude a los más débiles, a los más necesitados, a aquellos que no siempre, lamentablemente, entran en los planes de la sociedad, los que disponen de menos recursos, las personas mayores o los más pequeños. Sin un sector público fuerte, seremos menos libres y menos iguales”. ¿Hace cuánto tiempo no se oía hablar con esta claridad y contundencia a un dirigente socialista de CLM?
Más impuestos
Una vez planteado el objetivo de fortalecer los servicios públicos, Martinez Arroyo deja claro cómo se deben financiar, haciendo añicos el dogma fiscal neoliberal que nos ha llevado a la situación actual; “Para ello, se necesitan impuestos que, de una manera redistributiva, se asignen en los presupuestos a las diferentes cuestiones de intervención pública, en función de las prioridades. No se puede después reclamar más hospitales, más camas, más equipos médicos, por ejemplo; si se ha ido bajando impuestos, olvidado las prioridades sociales en la acción de gobierno o apostado por modelos de gestión privada en asuntos tan trascendentes en los que no se debe dejar el control al mercado. Incluso presumiendo de ello…”. ¿Os imagináis la cara del Lord, de Perlines, y de Milton Friedman después de leer este párrafo?
Menos donaciones
Y ahora, imaginaos la de Page, Groucho y Don Amancio leyendo esto: “También, un país digno, moderno, orgulloso de sí mismo no puede verse impotente cuando hay dificultades. No puede dejar en manos de donaciones o contribuciones solidarias -por supuesto muy importantes y que tienen que ser bien recibidas- la solución a cuestiones como atender a los más necesitados en momentos como éste. Es mejor recaudar impuestos para ayudar a la población que más necesita de la existencia de la Administración, que recibir donativos. Y esta pandemia nos tiene que hacer reflexionar sobre ello.”
El Gatopardismo
Para hacer realidad las bonitas y certeras palabras del “camarada” Arroyo, se necesita un profundo cambio en el paradigma político y económico. Las resistencias, por supuesto, serán enormes, y la inercia a seguir como si aquí no hubiera pasado nada. Lo intentarán hacer en sus dos versiones; negando la necesidad del cambio, o afirmando que van a cambiar todo, para al final no cambiar nada. Sobre la primera ya nos estamos encontrando declaraciones como las de Pablo Casado evitando comprometerse con más fondos para la sanidad pública, o las de Dolores de Cospedal asegurando que el Estado del bienestar ha estado «por encima de las posibilidades reales» de España. Para las segundas, contamos con los maestros manipuladores de cifras y letras, y al igual que han hecho con los mil millones de mascarillas, ya están empezando a hacerlo con los mil millones de euros que repartirán.
Un ejemplo muy gráfico: ayer la Consejera portavoz, Blanca Fernández, anunciaba un plan de medidas extraordinarias de 220 millones de euros, cuyas premisas inamovibles para el gobierno serán «blindar los servicios públicos y no volver a la fórmula de los recortes». Por la tarde, nuestro queridísimo Consejero de Hacienda y AA.PP, Lord Ruiz Molina, escribía en su cuenta de Facebook: “Este plan permitirá apoyar micropymes y autónomos, contribuir a la protección y mantenimiento del empleo y reforzar las políticas activas de empleo”. Fantástico todo, pero ¿Y para “blindar” los servicios públicos, cuánto? Menos mal que es nuestro Consejero, que si no pensaríamos que ignora y desprecia al sector público conscientemente, o que su mentalidad de señorito terrateniente le impide afrontar los cambios necesarios ante el reto histórico que tenemos en frente.
El viento
Debemos seguir luchando sin descanso contra esta terrible pandemia, ya sea desde la primera línea de contagio, protegiendo y cuidando a nuestros seres más queridos, como desde nuestras casas respetando el confinamiento. Pero no vamos a renunciar a pensar y decidir sobre nuestro propio futuro, por el que lucharemos con más fuerza y convicción que nunca, porque nos va la vida en ello. El modelo basado en la precariedad, la externalización, y la privatización de servicios públicos, se ha venido abajo estrepitosamente, causando una tragedia en vidas humanas, y dejando las vergüenzas al aire de sus responsables, y no vamos a permitir soluciones basadas en sucedáneos o mentiras.
A Martínez Arroyo le tenemos que felicitar por su certeza, pero también por su valentía, al escribir este artículo. Ya se ha llevado un palo por un medio de derechas, de los más untados, y un aplauso de un sindicato de izquierdas, de los más libres, solo falta que lo tuitee una organización ecologista recordando las cagadas ambientales bajo su firma, para hacer pleno. Aún así, animamos a Martínez Arroyo a llevar ese debate al consejo de gobierno, y que uno por uno se lo explique a todos sus integrantes, haciéndoles entender que o el modelo cambia en beneficio de la gente, o será la propia gente quien les cambie a ellos.
La patria es el pueblo
“La voluntad de la tierra” tiene un cierre muy poético que compartimos plenamente: “nos queda un largo y tortuoso camino por delante. Pero tenemos que hacerlo juntos, sin dejar a nadie atrás y haciendo país, del de verdad, cada día”, y para ello se apoya en unos preciosos versos de Federico García Lorca, y en un artículo de Luis García Montero donde se puede leer una frase de Antonio Machado, que nos debe servir como lección histórica para el presente y el futuro: “En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva”