CONTRA LA EXPLOTACIÓN SEXUAL Y TRATA DE PERSONAS

 

Las cifras son contundentes. A nivel mundial, el 84% del tráfico de seres humanos se realiza con fines de explotación sexual. Dentro de este porcentaje, el 94% de las víctimas son mujeres y niñas. En España, esto se traduce en un total de 45.000 mujeres y niñas vertidas al sistema prostitucional. La trata es esclavitud del siglo XXI.

El estado español es el país de Europa con mayor demanda de sexo pagado. El porcentaje que se desprende del último estudio realizado por la ONU es demoledor: el 39% de los hombres en edad adulta ha pagado en alguna ocasión para mantener relaciones sexuales con una mujer. Dígitos que nos sitúan a la cabeza entre los países europeos y como tercer estado a nivel mundial donde más prostitución se consume.

Una realidad que lleva detrás infinidad de relatos de esclavización, que han empeorado con la crisis del coronavirus. Durante el confinamiento, las administraciones no pusieron sufcientes medios para dar una respuesta real y efectiva a las necesidades de las mujeres prostituidas y, una vez finalizado el estado de alarma, todo sigue igual, que es lo mismo que decir que todo sigue peor. En lugar de aprovechar que se habían cerrado los burdeles (que son auténticos campos de concentración, en palabras de Amelia Tiganus) para poner en marcha un plan sistemático de inserción y acogida, las autoridades han dejado de nuevo a las mujeres a merced de proxenetas y de violadores previo pago. Además, las asociaciones que atienden a estas mujeres han tenido muchísimas dificultades para poder llegar a ellas en pisos, rotondas y polígonos, lo que es totalmente imprescindible para que puedan iniciar el camino de salida del infierno en que viven.

La otra cara de la moneda de la miseria que viven las mujeres prostituidas son los pingües beneficios que producen. Desde el año 2014 y por normativa europea, se introdujo una estimación de cuánto aporta la prostitución al Producto Interior Bruto. Según el INE, la estimación es que el sexo pagado representa un 0,35% del PIB, lo que supone 4.100 millones de euros anuales. Esta ingente cantidad de dinero se basa en el crimen y la violencia sobre la mujer ejercida por traficantes, proxenetas y consumidores de prostitución, y consentida por el estado. Sobre todos, debe caer el peso de la ley, desde el primero hasta el último, el mal llamado «cliente«, que no tiene ningún problema en pagar por tener sexo con una mujer que no lo desea y que en una altísima probabilidad es víctima de trata.

La Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical trabaja para que exista un mundo donde ningún hombre se crea con derecho de pagar por satisfacer sus deseos sexuales, y por eso hay una verdadera coeducación que haga que nuestros niños sepan establecer relaciones igualitarias. Como dice Rosa Cobo Bedía: “la prostitución es una escuela de la desigualdad, ya que nuestros niños son educados sabiendo que en cualquier momento y por un módico precio podrán acceder al cuerpo de una mujer. Y hay una verdadera coeducación que haga que nuestras niñas se empoderan y no crean que sus vidas y cuerpos están a disposición de los hombres.”

La sociedad no puede dar la espalda a esta vergüenza. ¡Vivas y libres nos queremos!